
Título: Harry Potter y la cámara secreta
Título original: Harry Potter and the chamber of secrets
Dirección: Chris Columbus
País: El Reino Unido, Estados Unidos, Alemania
Año: 2002
Duración: 161 min.
Género: Familiar, Aventuras, Intriga, Fantástico
Reparto: Daniel Radcliffe, Rupert Grint, Emma Watson, Richard Griffiths, Fiona Shaw, Harry Melling, Toby Jones, Jim Norton, Veronica Clifford, James Phelps, Oliver Phelps, Julie Walters, Bonnie Wright, Mark Williams, Chris Rankin, Tom Felton, Jason Isaacs, Edward Tudor-Pole, Jenny
SINPOSIS:
CRITICA:
The Chamber of Secrets hereda todo lo bueno y todo lo malo de su antecesora, una trama sobre la solvencia de los niños para resolver asuntos de mayores, unos efectivos efectos visuales al servicio del mundillo mágico, y la cámara secreta de Chris Columbus (es un chiste facilón que no pude evitar).
Uno de los grandes aciertos de la película es la combinación de los efectos visuales con el humor, como las intervenciones del elfo criado Dobby, de la profesora Sprout y sus mandrágoras y, sobre todo, del encantador encantador Lockhart. En consonancia con la entrega anterior de Harry Potter, la historia emula las novelas detectivescas, tan arraigadas en la literatura inglesa (Conan Doyle, Agatha Christie…). Además, rememora por encima las leyendas artúricas. La trama gira sobre unas extrañas petrificaciones (muertes no, que se supone para niños) que sobrevienen sucesivamente a miembros de la escuela. Potter, Ron y Hermione emulan a Poirot, Holmes y Marple para resolver el misterio y borrar las sospechas que recaen, como no podía ser de otro modo, en esa especie de mayordomo que es Hagrid. Finalmente Harry, el más grande mago inglés desde Merlín debe enfrentarse al culpable, un basilisco (un dragón sin patas ni alas) al que vencerá con la espada que sólo alguien como él puede blandir.
Por cierto, debo manifestar mi desaprobación personal a la abusiva identificación de la enjundia de carnes con la estupidez: desde el tío Vernon y su hijo Dudley, que ponen rostro a lo anodino en el mágico mundo de Harry Potter, hasta los secuaces de Draco Malfoy, Crabbe y Goyle, a quienes engatusar con pasteles está chupado. Incluso los devastadores duendecillos de Cornualles eligen a Neville para cogerle por las orejas, colgarle de la lámpara del techo y espetarle: “¡Ahí te quedas, gordito!”...
Uno de los grandes aciertos de la película es la combinación de los efectos visuales con el humor, como las intervenciones del elfo criado Dobby, de la profesora Sprout y sus mandrágoras y, sobre todo, del encantador encantador Lockhart. En consonancia con la entrega anterior de Harry Potter, la historia emula las novelas detectivescas, tan arraigadas en la literatura inglesa (Conan Doyle, Agatha Christie…). Además, rememora por encima las leyendas artúricas. La trama gira sobre unas extrañas petrificaciones (muertes no, que se supone para niños) que sobrevienen sucesivamente a miembros de la escuela. Potter, Ron y Hermione emulan a Poirot, Holmes y Marple para resolver el misterio y borrar las sospechas que recaen, como no podía ser de otro modo, en esa especie de mayordomo que es Hagrid. Finalmente Harry, el más grande mago inglés desde Merlín debe enfrentarse al culpable, un basilisco (un dragón sin patas ni alas) al que vencerá con la espada que sólo alguien como él puede blandir.
Por cierto, debo manifestar mi desaprobación personal a la abusiva identificación de la enjundia de carnes con la estupidez: desde el tío Vernon y su hijo Dudley, que ponen rostro a lo anodino en el mágico mundo de Harry Potter, hasta los secuaces de Draco Malfoy, Crabbe y Goyle, a quienes engatusar con pasteles está chupado. Incluso los devastadores duendecillos de Cornualles eligen a Neville para cogerle por las orejas, colgarle de la lámpara del techo y espetarle: “¡Ahí te quedas, gordito!”...
ADIOS A UN GRANDE DEL CINE RICHARD HARRIS...
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