
FICHA:
Título: Harry Potter y las reliquias de la muerte: parte 1
Año: 2010
Título alternativo: Harry Potter y las reliquias de la muerte: Parte I
Duración: 146 minutos
Título original: Harry Potter and the Deathly Hallows: Part I
País: Reino Unido
Género: Misterio, Fantasía, Drama
SINOPSIS:
La primera parte comienza cuando Harry, Ron y Hermione se disponen a emprender la peligrosa misión de localizar y destruir el secreto de la inmortalidad y de la capacidad de destrucción de Voldemort: los Horcruxes. Solos, sin la ayuda de sus profesores ni la protección de Dumbledore, los tres amigos deben confiar los unos en los otros más que nunca. Sin embargo, entre ellos se interponen fuerzas oscuras que amenazan con separarlos. Mientras tanto, el mundo de la magia se ha convertido en un lugar peligroso para los enemigos del Señor Oscuro. La tan temida guerra ha comenzado y los mortífagos de Voldemort han tomado el control del Ministerio de Magia e incluso de Hogwarts, donde aterrorizan y arrestan a cualquiera que se oponga a ellos. Sin embargo, el trofeo que buscan es el más valioso para Voldemort: Harry Potter.
CRITICA:
David Yates necesita dos horas y media para destruir un objeto de anticuario no identificado que, al parecer, encierra un pedazo del alma cirrupta del señor oscuro Voldemort. En la debilidad reside la trampa. A Harry Potter 7.1 le sobra, fácilmente, una hora de tedioso metraje boscoso a la expectativa de que suceda algo que haga avanzar la historia de una vez. No hay suerte, nada reseñable sucede. Yates nos saca al fin de los muros de Hogwarts para contar, parece, una historia distinta, lejos de la fórmula que machaconamente define el esquema narrativo de las seis primeras entregas.
Cambia el atrezo pero el relato sigue sin despertar, y eso a tiro de piedra del esperado desenlace. En la nueva entrega pasan muchas cosas insignificantes o, si se quiere accesorias, que llenarán supongo de satisfacción a los incondicionales de las novelas que gustan de adaptaciones literales; el resto de los mortales seguimos en espera de movimiento, pero no hay suerte. Voldemort ya manda con puño de hierro, sigue acechando pero sin acabar de mojarse, exasperando la paciencia del más pintado, demorando un enfrentamiento que se nos promete desde la tercera entrega y que injustificadamente se retrasa ya más de diez horas.
Otra vez nos quedamos con las ganas, y ni por asomo nos creemos los insostenibles argumentos de los mentores de la criatura para justificar lo injustificable: que el último episodio sea tan vasto como para recomendar una película doble. En la inopia narrativa de este nuevo interminable y argumentalmente minimalista episodio (lo más notable es un golpe de estado oficiado por los malos en el mundo paralelo de los magos) se supone que Potter y sus amigos se hacen adultos, que la amistad une sus vidas de manera indisuluble, que los celos, la envidia, la desconfianza han de sujetar el drama, que Hermione ha de ser el personaje clave como catalizador sexual de la desconfianza entre Potter y Ron. Pero, aunque es sin duda ese rollo morboso e intimista lo más jugoso del descafeinado espectáculo, no hay chicha para tanta película.
Una vez más acaba la película y tenemos la cansina sensación de que marean, otra vez, la perdiz, de que estamos más o menos donde estábamos, con un par de sortilegios más bajo el brazo, pero en eterna espera de un desenlace que no llega. Hay ganas de que esto acabe; quien sabe si en el futuro valdrá la pena revisar esta franquicia enlazando el primer y el último episodio prescidindiendo del abundante humo que hace de puente entre ambos.
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