FICHA:
Director:
CRITICA:
Debut en el cine USA de Oliver Dahan, director de La vida en rosa, gracias a la cual Marion Cotillard cazó el Oscar como mejor actriz, Nuestra canción de amor propone un viaje iniciático de libro, una road movie sentimental, con pretensiones académicas y emociones a flor de piel que huye de las convenciones como de la peste, con prisas y precipitación, amagando la espesura de un melodrama contenido y visualmente poderoso, que no es lo uno ni lo otro, a pesar de sus óptimas intenciones y del encono de Dahan por emocionar a la platea sin manipulaciones de libro.
El problema del cineasta francés es que no está dispuesto a desperdiciar la oportunidad que Hollywood le brinda; con tal empeño procede con una propuesta visual elaborada al punto de ser barroca; indecisa, exuberante por exceso y con tendencia al efectismo. Es su manera de distanciarse del estereotipo; a fin de cuentas su película es una bomba de relojería sentimental, a rebufo de las penas de dos personajes con minusvalías diversas que buscan su norte haciendo kilómetros en el umbral permanente entre un drama sin exabruptos y otro abiertamente sensiblero y manipulador.
Dahan navega siempre entre dos aguas; se resigna, y eso es de alabar, a que su película sea absorbida por un emotivismo melodramático desaforado, pero no siempre soncigue su propósito.Nuestra canción de amor tiene buen corazón, y regala la versión más contenida y menos histriónica de Reneé Zellwegger y Forest Whitaker, que buscan juntos un volantazo en sus respectivos extravíos profesionales. Hay suerte sólo a medias; y es culpa de todos y de nadie.
Nuestra canción de amor es cine de corazón puro, que toca fibra sensible en intermitencias; no es poco, pero no basta. Probablemente Dahan no era el hombre indicado para el trabajo, probablemente Zellwegger y Whitaker tampoco; no obstante los tres dan argumentos de sobra a espectadores agradecidos de lágrima fácil. Otros ni eso.
El problema del cineasta francés es que no está dispuesto a desperdiciar la oportunidad que Hollywood le brinda; con tal empeño procede con una propuesta visual elaborada al punto de ser barroca; indecisa, exuberante por exceso y con tendencia al efectismo. Es su manera de distanciarse del estereotipo; a fin de cuentas su película es una bomba de relojería sentimental, a rebufo de las penas de dos personajes con minusvalías diversas que buscan su norte haciendo kilómetros en el umbral permanente entre un drama sin exabruptos y otro abiertamente sensiblero y manipulador.
Dahan navega siempre entre dos aguas; se resigna, y eso es de alabar, a que su película sea absorbida por un emotivismo melodramático desaforado, pero no siempre soncigue su propósito.Nuestra canción de amor tiene buen corazón, y regala la versión más contenida y menos histriónica de Reneé Zellwegger y Forest Whitaker, que buscan juntos un volantazo en sus respectivos extravíos profesionales. Hay suerte sólo a medias; y es culpa de todos y de nadie.
Nuestra canción de amor es cine de corazón puro, que toca fibra sensible en intermitencias; no es poco, pero no basta. Probablemente Dahan no era el hombre indicado para el trabajo, probablemente Zellwegger y Whitaker tampoco; no obstante los tres dan argumentos de sobra a espectadores agradecidos de lágrima fácil. Otros ni eso.
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